Y es que vuelvo a las andadas: cuando se me mete algo en la cebolla, no puedo parar y sigo, y sigo, y sigo, como el conejo de Duracell, hasta que encuentro otra cosa con la que entretenerme. Sin embargo, no me preocupa nada en absoluto, mientras me sienta un pelín satisfecho con lo que hago, soy así de autocomplaciente. Asín que ahora le toca el turno a Moebius (esta vez me chivo directamente), un referente odiado durante mucho tiempo, sobretodo por culpa de algunos espabiladillos que copiaron sin vergüenza alguna su estilo (y que a mí me lo hicieron aborrecer), aunque no su gracia. He tardado mucho en reconciliarme con el original, pero por fin vuelvo a estar en sintonía con el universo Giraud (más o menos).
Así que, eso, ahí tenéis el dibujo de turno, a disfrutarlo.
Un abrazo y hasta el próximo, que yo me voy a ver si doy con el Incal, para que me ayude a salir del Garaje Hermético...
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